L'exposition

« Colombie,  la guerre que nous n’avons pas vue »

 L'exposition La Guerra que no hemos visto (La guerre que nous n'avons pas vue) est le résultat d'un travail exceptionnel, mené par l’artiste plasticien Juan Manuel Echavarría au sein de la fondation Puntos de Encuentro, qu’il a fondée en 2006 à Bogota. Cette fondation vise, au moyen de l’art, à « inciter, appuyer et montrer au public des projets qui préservent la mémoire historique de la guerre en Colombie ».

À partir de 2007 et pendant deux ans, Juan Manuel Echavarría a invité les acteurs de la guerre à participer à des ateliers de peinture, en leur fournissant le matériel nécessaire pour raconter leur expérience du conflit.

Ce projet est devenu La guerra que no hemos visto, une exposition initialement présentée au musée d’art moderne de Bogota et ailleurs en Colombie, puis à Miami, Göteborg et Rio de Janeiro.

À Bordeaux, 30 tableaux seront  accompagnées d'une série de 8 tapisseries réalisées par des afrodescendantes du Nord de la Colombie déplacées à la suite d'un massacre, et de 17 photographies et deux vidéos de Juan Manuel Echavarría montrant ce qui reste des écoles dans les villages colombiens abandonnés en raison de la guerre.

Une exposition organisée par le musée d’Aquitaine, en partenariat avec la fondation Puntos de Encuentro.

 

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La presente exposición, concebida por el artista colombiano Juan Manuel Echavarría, recoge tres visiones sobre un mismo conflicto: la guerra en Colombia. Se trata de la mirada de las mujeres de Mampuján que fueron forzadas a desplazarse de su pueblo original; de la de los soldados rasos, paramilitares, guerrilleros y soldados del ejército regular de Colombia, todos excombatientes de la guerra; y de la del propio Echavarría.

 Los tres proyectos, difieren notoriamente, uno es de tapicería, otro de pintura y el tercero de orden fotográfico; y las personas involucradas, salvo Echavarría, no tienen formación artística, pero todos dibujan algún perfil diferente de esta guerra. Algunas veces los tres proyectos transitan por el mismo lugar, ya sea físico o conceptual. La Escuela, y por ende la educación es el más evidente, pero no el único.

Para algunos de los participantes el propósito fue crear una memoria histórica, para otros fue un ejercicio terapéutico, y para Echavarría una forma de ejercicio artístico que implicaba traer la voz del otro y acercarnos a la guerra a través de narraciones que no estuvieran mediadas por los medios de comunicación habituales, sino por la experiencia personal.

Cada uno de los proyectos tiene aportes particulares, pero cada uno contextualiza al otro, y  juntos reflejan fielmente el tejido desgarrado de una sociedad que desde hace muchos años está en guerra. La Guerra que no hemos visto es tanto una exposición, como una realidad, que aspiramos a contribuir en revelarla en su complejidad, y ojalá, a dejar atrás en la historia.

 

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